lunes, 22 de agosto de 2011

LA CONQUISTA

La Conquista de México se refiere principalmente al sometimiento del estado mexica o azteca, logrado por Hernán Cortés en el nombre del rey Carlos I de España y a favor del Imperio español entre 1519 y 1521. El 13 de agosto de este último año, la ciudad de México-Tenochtitlan cayó en poder de los conquistadores españoles, después de dos años de enconados intentos bélicos, políticos y conspirativos, en los que participaron junto con los españoles invasores, los pueblos previamente avasallados por los mexicas, en un afán por rebelarse —aprovechando la alianza circunstancial de los recién llegados— de las condiciones de sojuzgamiento en que vivían.
Hubo otras expediciones y campañas militares, tanto de Hernán Cortés como de sus capitanes, entre 1521 y 1525, en la zona central, norte y sur del territorio de la actual nación mexicana, las cuales fueron estableciendo paulatinamente los límites de la Nueva España. A partir de estos acontecimientos que modificaron drásticamente la geopolítica mundial en los albores del siglo XVI, habrían de transcurrir aproximadamente tres siglos de dominación y colonialismo para que gran parte de los territorios se transformaran por medio de una guerra de independencia, en lo que es hoy finalmente la República mexicana.
Las conquistas y colonizaciones de la península de Baja California, de la península de Yucatán, de la zona occidental de lo que hoy es México —conocida como Nueva Galicia—, de la zona noreste conocida como Nuevo Reino de León, y de la zona norte en donde se encontraba la Nueva Vizcaya fueron realizadas posteriormente por diversos conquistadores y Adelantados.

Historia
Antecedentes de la conquista
Las expediciones que antecedieron a la conquista
En enero de 1516 murió Fernando el Católico y para entonces había transcurrido casi un cuarto de siglo desde los descubrimientos colombinos. Debido a la imposibilidad para gobernar de su hija Juana I, había nombrado en su testamento a su nieto Carlos I como su sucesor,[1] pero antes de que éste asumiera el mando, el cardenal primado Francisco Jiménez de Cisneros ejerció brevemente el poder en Castilla.[2] En España ya se tenían noticias de que en el territorio ignoto había pueblos "muy ricos en oro y otros metales preciosos".[3] Como medio para hacerse de esas riquezas, se proclamó una ley que autorizaba el rescate de oro[4] con la cual se promovía que los españoles viajaran a América para comerciar con los nativos, dando de sus ganancias el 20% o «quinto del rey»[5] y a fin de lograr ese propósito y regular el comercio de las Indias Occidentales, se creó la Casa de Contratación en 1503. Ésta fue controlada por el obispo de Burgos, Juan Rodríguez de Fonseca, quien a su vez designó como tesorero a Sancho de Matienzo y como contador a Juan López de Recalde. A la muerte del cardenal Jiménez en octubre de 1517, recayeron los asuntos transoceánicos del rampante Imperio español en el obispo de Burgos.[1]
 Primera expedición
En Cuba, los españoles basaban su riqueza en las encomiendas y en la explotación de los nativos a quienes se permitía esclavizar, pero debido a que la población nativa había sido diezmada por las campañas de conquista y las enfermedades, los colonos estaban ansiosos de conseguir nuevas oportunidades de medro. Fue así que tres amigos de Velázquez: Francisco Hernández de Córdoba, Lope Ochoa de Caicedo y Cristóbal de Morante se organizaron para comprar dos naos con la intención de viajar hacia occidente.[7] El gobernador Velázquez pagó un bergantín, consiguiendo también los permisos necesarios ante los frailes jerónimos para realizar la expedición, pues era requisito contar con su visto bueno.[7] El objetivo del viaje fue encontrar esclavos,[8] sobre todo en el caso del gobernador Velázquez,[7] pero los que encabezaron las naves pretendían descubrir nuevas tierras para poblar y gobernar.[9] Contrataron como piloto mayor a Antón de Alaminos, los pilotos auxiliares fueron Pedro Camacho de Triana y Juan Álvarez «el Manquillo» de Huelva; como capellán viajó fray Alonso González y como veedor Bernardo Iñíguez.[7]
El 8 de febrero de 1517 zarparon del puerto de Santiago tres embarcaciones con ciento diez hombres[10] y navegaron por la banda norte de la isla de Cuba realizando diversas escalas. Al llegar a la punta de San Antón pretendieron poner rumbo hacia las Islas de la Bahía[7] pero fueron sorprendidos por una tormenta en el canal de Yucatán, habiendo llegado los primeros días de marzo a la deshabitada Isla Mujeres. En dicho lugar encontraron diversas figurillas de mujeres desnudas dedicadas a la diosa maya de la fertilidad Ixchel.
 las expedicionarios siguieron a los mayas tierra adentro donde fueron emboscados. En la escaramuza que siguió, murieron dos españoles y quince nativos. Hernández dio la orden de regresar a las embarcaciones, no sin antes haber capturando a dos indígenas, a quienes más tarde apodaron Julianillo y Melchorejo. Estos nativos fueron a la postre los primeros traductores maya-español.[7]
La expedición siguió navegando la costa norte de la península. El 22 de marzo llegaron a Can Pech, bautizando el lugar como puerto de Lázaro y desembarcaron para aprovisionarse de agua. Mientras se abastecían, los expedicionarios fueron rodeados por un grupo de mayas quienes cuestionaron su presencia, asombrándose cuando los nativos señalaron al oriente diciendo: «castilán», «castilán». Los españoles fueron guiados a la población cercana en donde fueron bien recibidos y ahí pudieron constatar que en un templo se encontraban paredes manchadas de sangre de algún sacrificio recientemente efectuado.[12] Entonces el halach uinik advirtió a los visitantes que deberían marcharse o de lo contrario comenzarían las hostilidades, ante lo cual Hernández de Córdoba ordenó a sus hombres zarpar de inmediato.[12] En el mar fueron sorprendidos por un viento de norte que provocó el derrame del agua recién abastecida, por lo que volvieron a desembarcar un poco más al sur en Chakán Putum. En esta ocasión otro grupo de mayas, cuyo líder era Moch Couoh, atacó a los expedicionarios sin previo aviso provocándoles más de veinte bajas e hiriendo al propio Hernández de Córdoba. En ese punto hubieron de huir los expedicionarios, dejando atrás una de las embarcaciones pues ya no tenían suficientes hombres para navegarla.[12] Los españoles sedientos se dirigieron a la Florida donde finalmente pudieron abastecerse de agua dulce, pero nuevamente fueron atacados por los nativos de esta región.[7]
La accidentada expedición regresó al puerto de Carenas en la isla de Cuba, donde se dio parte de lo acontecido a Diego Velázquez. El gobernador dejó en claro que enviaría una nueva expedición pero bajo un nuevo mando. Al enterarse de esta decisión, Hernández de Córdoba juró viajar a España para quejarse ante el rey[13] pero murió diez días más tarde a consecuencia de las heridas recibidas en Chakán Putum.[7] A causa de los indígenas que habían sido recogidos se creyó que existía oro en la región, se confirmó la existencia de algunos supervivientes al naufragio ocurrido en 1511 en el Golfo del Darién y por una mala interpretación se pensó que el lugar recientemente descubierto era llamado en idioma maya Yucatán, nombre con el que desde entonces, se llamó al territorio. Viendo Velázquez la importancia de estos hallazgos, solicitó dos permisos para continuar las exploraciones: el primero fue dirigido a los frailes jerónimos en Santo Domingo y el segundo directamente al rey Carlos I de España, solicitando el nombramiento de un adelantado.[14]
[editar] Segunda expedición
Al año siguiente el gobernador organizó una segunda expedición recuperando las naos del primer viaje, y añadió una carabela y un bergantín.[15] Nuevamente fueron como pilotos Alaminos, Camacho y Álvarez, a los que se sumó Pedro Arnés de Sopuerta como cuarto navegante.[14] Velázquez designó a su sobrino Juan de Grijalva como capitán general y como capitanes de los otros navíos a Francisco de Montejo, Pedro de Alvarado y Alonso de Ávila, quienes se responsabilizaron de suministrar pertrechos y bastimentos a las embarcaciones.[16] En el viaje participó Juan Díaz, quien además de desempeñarse como capellán, escribió el Itinerario de la armada. El veedor fue Peñalosa y el alférez general Bernardino Vázquez de Tapia.[17] Hacia finales de enero de 1518 las embarcaciones zarparon de Santiago, navegaron por la banda norte haciendo escala en Matanzas, en donde completaron sus abastecimientos. El 8 de abril dejaron este puerto y llegaron a la isla de Cozumel el 3 de mayo. Por la fecha, Grijalva bautizó el lugar como Santa Cruz de la Puerta Latina.
Cuando desembarcaron en la isla los nativos huyeron al interior de la misma, solamente contactaron a dos ancianos y a una mujer que resultó ser jamaiquina. La mujer había llegado dos años antes de forma accidental pues su canoa fue arrastrada por la corriente del canal de Yucatán y sus diez compañeros habían sido sacrificados a los dioses mayas. Esta mujer actuó como intérprete ya que algunos españoles conocían su idioma.[16] En un pequeño templo, Vázquez de Tapia izó la bandera Tanto Monta y el notario Diego de Godoy de forma protocolaria leyó el requerimiento.[14] Al poco rato se acercaron los mayas e ignorando inicialmente la presencia de los españoles, el halach uinik realizó una ceremonia a sus dioses quemando copal. Acto seguido, Grijalva ordenó a Juan Díaz oficiar una misa. De esta forma se entabló una comunicación amistosa por ambas partes. Los españoles no pudieron rescatar oro, pero recibieron pavos, miel y maíz. Prolongaron su estancia en este lugar durante cuatro días.[14]
Después de abandonar Cozumel navegaron brevemente hacia el sur, exploraron Zamá (Tulúm),[15] y la Bahía de la Ascensión, la cual creyeron que era el límite de la «isla de Yucatán». Grijalva ordenó cambiar de rumbo hacia el norte para rodear la península y dirigirse a las cercanías de Chakán Putum. Tal como lo hiciera la primera expedición, se abastecieron de agua en el lugar. Aunque en esta ocasión pudieron obtener de los nativos un par de máscaras adornadas con oro, fueron nuevamente advertidos de abandonar el sitio.[17] Haciendo caso omiso, pasaron la noche escuchando los tambores de guerra[15] y al día siguiente se confrontó una fuerte batalla. Esta vez el resultado favoreció a los españoles, quienes infligieron severas bajas a los mayas que terminaron por retirarse. A pesar de que los expedicionarios tuvieron sesenta heridos —entre ellos el capitán Grijalva que recibió tres flechazos y perdió dos dientes— la acción fue considerada una victoria contundente. Durante la batalla sólo murieron siete españoles, incluyendo a Juan de Guetaria. Más tarde la cifra aumentó, pues durante el viaje murieron trece soldados a consecuencia de las heridas.[14]
Las embarcaciones se dirigieron hacia el oeste, llegaron a la Isla del Carmen en la Laguna de Términos, punto al que bautizaron como Puerto Deseado.[15] El piloto Alaminos pensó que ahí era el otro límite de «la isla de Yucatán». Prosiguieron su viaje llegando a la región de Tabasco, en donde habitaban los mayas chontales. Se apoderaron de cuatro nativos, a uno de ellos lo llamaron Francisco, quien les sirvió como intérprete del idioma chontal.[14] El 8 de junio descubrieron el afluente al que nombraron río Grijalva[18] y desembarcaron en Potonchán, donde Juan de Grijalva se entrevistó con el cacique maya Tabscoob, quien le obsequia unas piezas de oro.[6] Animados por ello, pasaron el río Tonalá y un poco más al oeste Pedro de Alvarado tomó la iniciativa de navegar el río Papaloapan.[19] Este incidente molestó a Grijalva y a partir de entonces hubo un distanciamiento entre ellos.[14]
A lo largo de la costa fueron encontrando diversos asentamientos humanos. Llegaron a mediados de junio a una isla donde encontraron un templo y cuatro indígenas muertos, los cuales aparentemente habían sido sacrificados al dios Tezcatlipoca, por lo que el lugar fue nombrado Isla de Sacrificios.[14] Desembarcaron en Chalchicueyecan. Ahí Grijalva preguntó a por el motivo de aquellos sacrificios. El intérprete maya chontal Francisco respondió que habían sido ordenados por los colhuas, pero la respuesta fue malinterpretada y se creyó que el lugar se llamaba Ulúa. Por la fecha que era 24 de junio, el lugar fue bautizado como San Juan de Ulúa. En el lugar rescataron oro con los totonacas. Éste era uno de los pueblos sometidos por los mexicas.[20]
Días más tarde llegaron los calpixques Pínotl, Yaotzin, y Teozinzócatl, quienes acompañados de Cuitlapítoc y Téntlil, se presentaron como embajadores del huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin.[21] En forma pacífica se realizaron intercambios de regalos. Grijalva pudo de esta forma percatarse que los aztecas —o mexicas— dominaban la región y que eran temidos y odiados por los pueblos sometidos. Pedro de Alvarado fue enviado de regreso a la isla de Cuba para notificar y entregar los tesoros obtenidos a Diego Velázquez.[14]
Las embarcaciones fueron atacadas por los nativos huastecos en el río Pánuco, grabado de Van Beecq.
Francisco de Montejo encabezó un viaje de reconocimiento al norte. Descubrió el río Cazones y el Nautla, lugar que fue bautizado con el nombre de Almería. Más adelante las embarcaciones navegaron el río Pánuco pero en este lugar doce canoas con nativos huastecos atacaron la incursión española,[15] por lo que los capitanes decidieron emprender el regreso.[22] Con una nave averiada el viaje fue lento, tomaron la decisión de no establecer ninguna guarnición.
Mientras tanto en Santiago, Diego Velázquez no tenía noticias de los expedicionarios y se encontraba preocupado por la tardanza. Por tal motivo, decidió enviar una carabela de rescate al mando de Cristóbal de Olid, quien logró llegar a Cozumel, pero al continuar su trayectoria, la nave se averió. Olid abortó la misión y regresó a Cuba.[23]
Cuando el gobernador recibió a Pedro de Alvarado en la isla, quedó impresionado por el reporte del viaje. De inmediato mandó a fray Benito Martín a España, para que éste notificara al obispo Juan Rodríguez de Fonseca y al rey Carlos I las noticias de los territorios descubiertos. Como soporte fue enviado el Itinerario de la armada y algunos objetos de oro.[14] A pesar de los logros de la expedición,[24] Velázquez estaba a disgusto con su sobrino ya que no había desobedecido sus órdenes.[14] De acuerdo a las órdenes oficiales, Grijalva no debería haber establecido ninguna colonia durante el viaje, pero extraoficialmente el gobernador esperaba lo contrario.[25]
[editar] Tercera expedición
Salida del puerto de Santiago, grabado de Van Beecq.
Sin haber recibido respuesta del nombramiento de adelantado, Velázquez organizó una tercera expedición. El gobernador consideró que su sobrino había fracasado en su misión[26] y por tanto requería de un nuevo capitán. Después de ponderar sus opciones y a instancias de su secretario,[27] Andrés de Duero, y el contador Amador Lares, optó por Hernán Cortés,[28] quién entonces era alcalde de Santiago.[26]
Ambos firmaron unas capitulaciones e instrucciones el día 23 de octubre de 1519.[29] En los documentos que fueron redactados por Andrés de Duero, el preámbulo se contrapone a las 24 instrucciones.[26] Tales contradicciones fueron, y han sido a través de los siglos, el motivo principal de la controversia que surgió como resultado de la insurrección de Cortés. Velázquez firmó como adjunto del almirante y comandante en jefe Diego Colón y Moniz Perestrello, pues todavía no había recibido nombramiento por parte del rey de España. El gobernador de Cuba temía que desde La Española o Jamaica alguien más se adelantara en una empresa similar.[26]
Se lograron reunir en total once embarcaciones. Tres aportadas por Velázquez, tres por Cortés y el resto por los capitanes que participaron en la expedición. Pero a última hora el gobernador cambió de opinión y decidió destituir a Cortés, enviando a Amador de Lares a la entrevista y por otra parte bloqueando el suministro de insumos. Cortés decidió marcharse de Santiago evadiendo las órdenes y avisando al contador Lares, quien transmitió las noticias al gobernador Velázquez. El día de los hechos éste se apersonó en el muelle para inquirir sobre la situación y Cortés, rodeado de sus hombres armados, lo interpeló «Perdonadme, pero todas estas cosas se pensaron antes de ordenarlas. ¿Cuáles son vuestras órdenes ahora?».[30] Ante la evidente insubordinación Velázquez no respondió y los barcos zarparon de Santiago el 18 de noviembre de 1518 con dirección al occidente de la misma isla.[26] Pararon en la banda sur del puerto de la Trinidad, durante casi tres meses se reclutaron soldados,[31] asimismo se abastecieron de alimentos y de pertrechos.[32]
Los capitanes designados por Cortés fueron: Pedro de Alvarado, Alonso de Ávila, Alonso Hernández Portocarrero, Diego de Ordás, Francisco de Montejo, Francisco de Morla, Francisco de Saucedo, Juan de Escalante, Juan Velázquez de León, Cristóbal de Olid y Gonzalo de Sandoval. Como piloto mayor nombró a Antón de Alaminos quién conocía la zona por haber participado en las expediciones de Hernández de Córdoba en 1517, de Juan de Grijalva en 1518 y de Juan Ponce de León a la Florida en 1513.[33]
Cortés pudo reunir quinientos cincuenta españoles (de los cuáles cincuenta eran marineros) y a dieciséis caballos. Además, desobedeciendo las instrucciones de Velázquez, llevó doscientos auxiliares, algunos eran nativos de la isla y otros eran esclavos de raza negra. Mientras tanto en España, el rey Carlos I había firmado el 13 de noviembre de 1518, el documento que autorizaba a Velázquez a realizar la expedición.[34]
El gobernador de Cuba realizó un segundo intento por detenerlo. Había enviado diversas cartas, una de ellas dirigida al propio Cortés, en la que se le ordenaba esperar.[30] Las otras estaban dirigidas a Juan Velázquez de León, Diego de Ordás, y al alcalde de la Trinidad Francisco Verdugo y en ellas pedía entretener la salida de la expedición e incluso ordenaba la aprehensión del caudillo.[35] Como último intento, el gobernador envió a Gaspar de Garnica para aprehender a Cortés en La Habana, no obstante lo cual los barcos de Cortés abandonaron las costas de Cuba el 18 de febrero de 1519.[36] Nueve barcos zarparon por la banda sur y dos barcos por la banda norte. La bandera de insignia era de fuegos blancos y azules con una cruz colorada en medio, y alrededor un letrero en latín que decía Amici sequamur crucem, & si nos habuerimus fidem in hoc signo vincemus, que significa: «Hermanos y compañeros: sigamos la señal de la Santa Cruz con fe verdadera, que con ella venceremos».[37]
Antecedentes del Imperio mexica
Artículo principal: Imperio mexica
Dominio de los mexicas antes de la conquista.
Moctezuma Xocoyotzin viendo el cometa durante el día según el Códice Durán.
Desde mediados del siglo XV el estado mexica se venía extendiendo por un gran territorio, sometiendo a diversos pueblos y volviéndolos tributarios, de ahí el calificativo de imperio. Hacia 1517 el huey tlatoani, o gobernante en turno, llamado Moctezuma Xocoyotzin continuaba las campañas militares de expansión.[38] Los tlaxcaltecas, vecinos cercanos de los mexicas, eran una comunidad que había resistido tenazmente al dominio y la expansión de estos, encontrándose por ese entonces al límite de su resistencia, pues por todos los puntos cardinales a su alrededor las poblaciones que los rodeaban habían sido conquistadas, quedando ellos virtualmente sitiados.[39]
Por otro lado, tras la caída de Tula, corría la leyenda de que el dios Quetzalcóatl que había partido del panteón mexica y que volvería algún día llegando por el mar del oriente, de donde nace el sol y en donde supuestamente vivían los dioses. Esta leyenda de Quetzalcóatl era bien conocida por los mexicas.[21] Algunos profetas y fanáticos religiosos vaticinaban el retorno de Quetzalcóatl y lo planteaban como el fin del señorío vigente. El huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin creía firmemente en estas profecías debido a ciertos presagios y acontecimientos,[40] como la aparición de un cometa, un «fuego espontáneo» en la casa del dios Huitzilopochtli,[41] un rayo en el templo de Xiuhtecuhtli y otros sucesos.[42]
Para los mexicas era el año 13-conejo,[43] cuando comenzaron a llegar noticias de las embarcaciones españolas que fueron descritas como «montañas que se movían sobre el agua y con hombres barbados de piel blanca sobre ellas», inmediatamente se relacionó este hecho con el regreso del dios Quetzalcóatl.[43] Moctezuma ordenó al calpixque de Cuextlan, llamado Pínotl, construir atalayas y montar guardias en la costa en los emplazamientos de Nautla, Toztlan y Mitlanquactla, para vigilar el posible regreso de las embarcaciones.[44]
Dado que los primeros encuentros con los españoles terminaban en intercambios comerciales por el «rescate de oro», en muchos pueblos corrió la idea de que la manera de deshacerse de ellos, sin pelear, era sencillamente entregarles oro o mujeres y aceptar lo que trajeran para intercambiar.[45] De esta manera, los europeos retornarían a sus naves y se marcharían. Debido a esto, los intercambios se multiplicaron desde las primeras expediciones españolas pero el efecto fue el contrario al esperado por los aborígenes, pues se creó en los europeos la idea de que había tesoros inagotables en la zona, despertándose de esta manera su ambición.[46]
Ruta de Hernán Cortés en la conquista de México-Tenochtitlan

 Las primeras escalas de Cortés: de Cozumel a Centla
Cortés se dirigió a la isla de Cozumel siguiendo el trayecto de sus antecesores. En el camino la embarcación capitaneada por Francisco de Morla sufrió una avería, lo cual retrasó a las demás naves que tuvieron que auxiliarla.[47] La embarcación de Pedro de Alvarado llegó a Cozumel dos días antes, lo cual molestó a Cortés quién mandó castigar al piloto.
De la expedición de Hernández de Córdoba llevaban al intérprete bautizado como Melchorejo y de la expedición de Grijalva a la esclava jamaiquina.[48] Cortés envió a estos intérpretes en busca de los jefes mayas de la isla, mandando decirles que la visita era pacífica. Al principio el jefe supremo o halach uinik y los jefes secundarios o batab de la isla se negaron a entrevistarse con los recién llegados.
Tres días después se presentó ante Cortés una persona que se dijo señor de toda la isla. Tras una larga charla, Cortés le habló sobre el rey de España y la fe católica, además de recalcar sus intenciones pacíficas si toda la gente de la isla se subordinaba ante España. Aquel halach uinik aceptó las condiciones y mandó llamar a otros batabob de la isla.[49] Unos días después todos los pueblos volvían a su vida habitual, abandonando aparentemente el culto a sus dioses y adorando a la cruz cristiana y a una imagen de la Virgen que Cortés les instaló.[50]
En este lugar, Cortés confirmó la presencia de otros dos españoles que hacia ocho años habían naufragado en el golfo de Darién y tras sobrevivir en un bote habían sido arrastrados por la corriente hasta las costas de la península donde fueron hechos prisioneros por los mayas. De estos náufragos ya había escuchado hablar Cortés en Cuba y quería contactarlos para rescatarlos. Por recomendación del halach uinik, Cortés envió «cuentas verdes» como pago de rescate a los captores y escribió una carta dirigida a los náufragos, la cual confió a dos habitantes de la isla para que la entregaran en secreto y pagaran el rescate. Además mandó dos barcos para que se acercaran lo más posible a aquellas costas, y esperaran como apoyo, el escape de los náufragos.[51]
Seis días les estuvieron esperando en esa costa sin tener noticia de los náufragos ni de los mensajeros enviados. Al ver que esta situación no cambiaba, ambas naves decidieron regresar a Cozumel a encontrarse con Cortés para notificarle la situación. Dos días después Cortés decidió continuar su trayectoria hacia Veracruz, sin embargo, el mal tiempo les obligó a detenerse en la costa de la península de Yucatán y regresar a la isla para reparar la embarcación capitaneada por Juan de Escalante que se había dañado. Al día siguiente, llegó a la isla una canoa con nativos y con el náufrago Jerónimo de Aguilar, a quién por su aspecto confundieron con uno de los mayas. Tras entrevistarse con Andrés de Tapia fue llevado ante Cortés, se unió a la expedición y actuó en adelante como intérprete maya-castellano.[52]
Aguilar declaró haberse entrevistado con otro compañero náufrago sobreviviente llamado Gonzalo Guerrero, pero éste se había adaptado a la vida de la cultura maya y prefirió quedarse en Yucatán, pues en la población donde vivía había sido nombrado capitán de guerreros o nacom, era casado y tenía tres hijos. Antes de partir y por consejo de Jerónimo de Aguilar, el halach uinik de Cozumel pidió a Cortés una carta o salvoconducto que describiera que la población no fuese agredida por futuras expediciones españolas a la isla, la cual fue otorgada.[53] El 4 de marzo de 1519 los conquistadores españoles zarparon de Cozumel despidiéndose amigablemente de los mayas de la isla.[54]
Doña Marina o Malintzin, traduce para Hernán Cortés Lienzo de Tlaxcala.
La flota prosiguió el viaje costeando hasta Tabasco. En Potonchán decidieron aprovisionarse de agua y comida. Los mayas chontales, habitantes del lugar, permitieron el aprovisionamiento y les pidieron irse, pues no tenían suficiente comida para entregar a los expedicionarios. Cortés se negó y ordenó el desembarco.[55] Infructuosamente intentó por medio de Melchorejo y de Jerónimo de Aguilar más suministros de comida y oro. El intérprete maya aprovechó la oportunidad para escapar y aconsejó a los mayas chontales realizar el ataque; ante la negativa y amenazas de los nativos que se preparaban para la guerra, Diego de Godoy leyó el requerimiento siendo esta la primera actuación notarial en México, posteriormente y ante la negativa de los nativos de someterse a los españoles, se inició la batalla de Centla el 14 de marzo de 1519.[56] que fue la primera gran batalla de los españoles en tierras de la Nueva España.
Fundación de Santa María de la Victoria
Artículo principal: Conquista de Tabasco
Los españoles lograron la victoria gracias a la superioridad de armas y en especial al temor que los nativos tenían a los caballos.[57] ya que era la primera ocasión que se usaba el caballo en una batalla en la Nueva España. En el lugar, el capellán Juan Díaz ofició la que sería la primera misa católica en tierra firme de la Nueva España y Hernán Cortés fundó el 25 de marzo de 1519, el poblado al que bautizado con el nombre de Santa María de la Victoria.[56] que más tarde sería la capital de la provincia de Tabasco
Entrada de Hernan Cortes a la ciudad de¨Potonchan o Tabasco y Batalla de Centla
Una vez vencidos, los mayas chontales entregaron como prenda de paz veinte mujeres, entre las que se encontraba una esclava de nombre Mallinalli Tenépatl, llamada así —Tenépatl— por su facilidad de palabra,[58] la cual fue bautizada y conocida por los españoles como doña Marina —o Malintzin por los indígenas—, quien se convirtió en intérprete a partir de entonces ya que conocía el idioma maya y el náhuatl. De esta forma, Jerónimo de Aguilar tradujo del español al maya, y doña Marina del maya al náhuatl para comunicarse con los mexicas.[59]
Malintzin, quien más tarde tuvo un hijo de Cortés que se llamó Martín (apodado «el Mestizo») —igual que Martín Cortés, el otro hijo que tuvo el propio Cortés con su esposa española Juana de Zúñiga—, habría de convertirse en figura medular de la conquista, no sólo por ser intérprete invaluable, sino porque con su presencia y actuación fue personaje clave en el surgimiento de una nueva raza. De aquí que ella sea considerada como la madre y el símbolo del mestizaje que, casi medio milenio después, es representativo de la nacionalidad mexicana.[58]
Y con relación a Cortés, sus propios colegas habrían de referirse a él como Malintzine que significa amo de Malintzin.[60] Así se expresa Bernal Díaz del Castillo, refiriéndose a Cortés como Malinche. Años más tarde el apelativo fue confundido y usado para referir a doña Marina, como <la Malinche>.[61]
Los españoles permanecieron en Santa María de la Victoria hasta el 12 de abril, fecha en que Cortés decidió continuar su camino hacia Ulúa dejando a un puñado de españoles en la recién fundada villa, para pacificar y poblar la región.
Fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz
Grabado de San Juan de Ulúa del siglo XVI.
Los españoles continuaron hacia el norte y llegaron el 22 de abril de 1519 a Chalchicueyecan, lugar previamente bautizado por Grijalva como San Juan de Ulúa. Para los mexicas era el año 1-caña y el calpixque en turno del emplazamiento de Cuextlan era Teudile,[62] quien asistido por el sacerdote de Yohualichan, formó una pequeña comitiva de bienvenida. Siguiendo las órdenes previas de Moctezuma Xocoyotzin, se acercaron a los recién llegados en una canoa para preguntar por el señor al mando de las embarcaciones.[63] Moctezuma estaba convencido que se trataba de Quetzalcóatl, había enviado previamente diversos regalos, objetos de oro y máscaras con turquesas. Cortés les entregó cuentas de vidrio verdes y amarillas, una silla y un casco, éste último, a los ojos de los mexicas, evocaba al dios de la guerra Huitzilopochtli. Habiendo desembarcado, y con el objeto de hacer alarde de su poderío militar e impresionar a los embajadores, Cortés organizó en la playa una carrera de caballos con disparos de artillería. Casi de inmediato salieron mensajeros hacia Tenochtitlan con los informes para el tlatoani.[64]
Tan pronto recibió las noticias de lo que sucedía en la costa, Moctezuma Xocoyotzin quedó impresionado, ya no estaba convencido del regreso de Quetzalcóatl, pensó que podría tratarse de Tezcatlipoca o incluso Huitzilopochtli.[64] Asustado, el huey tlatoani envió mensajes con evasivas, diciendo a los españoles que le resultaría imposible recibirles en México-Tenochtitlan. Les sugirió marcharse lo antes posible y envió nuevamente ricos presentes. La respuesta del tlatoani sólo excitó la codicia de los soldados: Cortés y sus hombres se dieron cuenta que la riqueza del imperio era grande y que los pueblos sometidos resentían la dominación mexica, por lo que decidió avanzar hacia el interior.[65]
La conquista
] Alianza con los totonacas e inicio de la guerra política
Cortés avanzando con ayuda de tamemes, Códice Azcatitlan.
Cortés se dirigió hacia Quiahuiztlán y Cempoala, pueblos totonacas que eran tributarios de los mexicas. Los gobernantes o teuctlis habían conocido a Juan de Grijalva, logrado una buena relación con los españoles. El teuctli de Cempoala, Chicomácatl,[74] fue descrito como un hombre gordo con poca movilidad para desplazarse pero que, al igual que el teuctli de Quiahuiztlán, recibió amistosamente al contingente español. En la entrevista, Cortés prometió ayudar a liberarlos del tributo a los mexicas, a cambio de sellar una alianza militar de españoles y totonacas. Ahí empezó la insidia política genial de Cortés que habría de permitirle capitanear una rebelión de pueblos sometidos que sería determinante en la conquista de los territorios del Imperio mexica.[75]
Durante esos días llegaron, de forma regular, cinco recaudadores de Moctezuma para cobrar los tributos pero Cortés aconsejó no pagarles y ponerles bajo arresto. Con temor, los totonacas siguieron el consejo. El caudillo español jugaba un doble papel: se entrevistó con los recaudadores y puso a dos de ellos en libertad fingiendo no conocer la actitud de los totonacas, además envió un falso mensaje de paz al tlatoani de Tenochtitlan, prometiendo ayudarlo para someter a los «alzados».[76] A la mañana siguiente, Cortés reclamó a los teuctlis totonacas el «escape» de los dos recaudadores, y fingiendo enojo, hizo conducir a los tres restantes a las embarcaciones. La estratagema del caudillo era obtener el apoyo incondicional del pueblo totonaca y engañar a Moctezuma.[77] Días más tarde, llegó una segunda embajada de Moctezuma, esta vez a cargo de Motelchiuh y dos sobrinos de Cacamatzin, que llegaron con regalos y agradeciendo el apoyo que ofrecía Cortés para someter a los «alzados». Éste habló de forma secreta con el teuctli de Quiahuiztlán, a quien dijo que ya podía considerarse libre de su yugo y le recomendó «liberar» a los otros tres recaudadores. Motelchiuh regresó feliz a Tenochtitlan con los recién liberados.[71]
En Tizapancingo un grupo de mexicas comenzó a organizarse para someter a pueblos totonacas que dejaron de pagar tributo. Cortés asistió con la caballería y pudo vencerlos rápidamente, lo que convenció a los teuctlis de Quiahuiztlán y Cempoala de la efectividad de las fuerzas españolas y no dudaron en refrendar la alianza.[78] Treinta pueblos totonacas se reunieron en Cempoala para sellar la alianza y marchar juntos a la conquista de Tenochtitlan, ofreciendo un gran número de tamemes para transportar la artillería de los europeos.
Los totonacas aportaron mil trescientos guerreros a la empresa de Cortés.[79] Sus comandantes principales fueron Mamexi, Teuch y Tamalli. El acuerdo se realizó sobre la base de que, una vez derrotados los mexicas, la nación totonaca sería libre.[80] Las ciudades de Cempoala y Quiahuiztlán fueron bautizadas respectivamente como Nueva Sevilla y Archidona, pero dichos nombres no subsistieron.[71]
Alianza con los tlaxcaltecas
Al inicio, la trayectoria de los conquistadores no fue fácil. Pasaron por Ixcalpan (Rinconada) y después Xalapa, donde fueron bien recibidos, así como Xicochimalco. Continuaron a Monte Grande, que tomo el nombre de Puerto de Dios, y siguieron a Teoizhuacán y Ayahualulco; cruzaron la Sierra de Puebla por el Cofre de Perote con abastecimiento muy limitado de agua; se dirigieron hacia el norte pasando por los poblados de Altotonga, Xalacingo y Teziutlán hasta llegar a Zautla, donde fueron recibidos por el gobernante local Olintetl. Cuando éste fue cuestionado para saber si era tributario de los mexicas, su respuesta fue: «¿Acaso existe alguien que no sea vasallo de Moctezuma?».[86] Durante la entrevista Cortés intentó convencerlo para dejar de tributar y aceptar la corona española, pero Olintetl se rehusó pues en el lugar se encontraba apostado un grupo de guerreros mexicas; no obstante, los españoles fueron bienvenidos y hospedados. El teuctli de Ixtacamaxtitlán, quien también era vasallo de Moctezuma, envió una invitación a los españoles y trató de convencerlos de seguir su ruta hacia Cholula para evitar el cruce por territorios tlaxcaltecas, pero Mamexi advirtió a Cortés de una posible celada y le propuso enviar mensajeros de paz a los dirigentes tlaxcaltecas para conformar una alianza en contra de los mexicas. Cortés, convencido de la fidelidad de los totonacas, siguió el consejo y prosiguió el itinerario preestablecido.[87]
Recorrido de la expedición de Hernán Cortés.
Tlaxcala era una confederación de ciudades-estados unidas en una república gobernada por los integrantes de un senado.[88] Tenochtitlan, estaba organizada de forma similar a un imperio; desde 1455 el poderío azteca estaba conformado sobre la base de una triple alianza cuyos integrantes eran los señoríos de Texcoco, Tlacopan, y Tenochtitlan, sin embargo éste último ejercía la hegemonía del poder.[89] En esos años ambas confederaciones rivalizaron y comenzaron las guerras floridas en contra de Huejotzingo, Cholula y Tlaxcala. El objetivo principal del ejercicio bélico era la captura de prisioneros.
Bajo estas circunstancias de animadversión llegó Cortés al territorio de Tlaxcala al mando del ejército totonaca-español, el cual era numéricamente muy inferior con respecto a la densa población de Tlaxcala que se conformaba por los pinomes, los otomíes y los tlaxcaltecas, quienes vivían asentados en cientos de pequeñas localidades.[86] El senado de Tlaxcala ya estaba enterado de los españoles y cuando recibieron a los mensajeros se reunieron para deliberar la propuesta de Cortés. Los principales representantes eran Xicohténcatl Huehue «el Viejo», Maxixcatzin, Citlalpopocatzin y Hueyolotzin.[87] Al igual que los mexicas, los tlaxcaltecas consideraban a los españoles como semidioses pues las noticias al respecto de sus caballos y sus armas los habían impresionado. Maxixcatzin se inclinó por sellar la alianza y luchar contra sus acérrimos rivales, pero Xicohténcatl Axayacatzin argumentó la posibilidad de que los españoles no fueran semidioses, creyendo que la ambición que habían mostrado por el oro, los pequeños hurtos en los pueblos, la destrucción de templos y el desprecio de leyes ancestrales evidenciaba más un comportamiento humano que divino. La resolución fue atacar a los recién llegados: de lograrse la victoria se daría crédito a la nación tlaxcalteca, en caso de derrota se culparía a los otomíes de haber actuado en desobediencia a las órdenes del senado y se firmaría la alianza.[90]
Hernán Cortés y Xicohténcatl, Lienzo de Tlaxcala.
El 2 de septiembre de 1519 un grupo de quince indígenas sirvió de anzuelo, se dejó perseguir por los extranjeros hasta el desfiladero de Tecóac, donde Xicohténcatl Axayacatzin había preparado una emboscada con un gran número de guerreros otomíes. Ante la situación el propio Cortés leyó el requerimiento pero no fue atendido.[87] Al grito de «¡Santiago y cierra España!» se entabló la primera batalla,[91] cuyo resultado fue favorable para los españoles a pesar de encontrarse en desventaja numérica. Durante la noche que siguió, Cortés y sus hombres consideraron por primera vez la posibilidad de que su reducido ejército fuese aniquilado, estableciendo su campamento en el cerro de Tzompachtepetl.[91]
Buscando siempre la alianza, Cortés envió mensajeros de paz recibiendo una respuesta de Xicohténcatl irónica: «¿Paces?, ciertamente, las celebraremos, venid a Tlaxcala en donde esta mi padre. Allí haremos los paces, hartándonos de vuestras carnes y honrando a nuestros dioses con vuestros corazones».[87] A pesar del anuncio de exterminio los caballos, las armas y las tácticas militares españolas se impusieron a los tlaxcaltecas, quienes atacaban de forma inarticulada, sin cooperar entre sí, tratando siempre de capturar enemigos en lugar de liquidarlos.[87]
De cualquier forma, las subsecuentes batallas no fueron victorias fáciles para el ejército conformado por españoles y totonacas. Por su parte, Xicohténcatl envió espías con comida y regalos a la guarnición española, pero éstos fueron descubiertos rápidamente. Cortés ordenó amputarles manos y pulgares a manera de escarmiento. El espionaje tlaxcalteca resultó un fracaso pues los espías delataron la posición y planes de su ejército.[91] Durante un nuevo enfrentamiento en los llanos, el cual volvió a ser desfavorable para Tlaxcala, Xicohténcatl tachó de incapaz a su lugarteniente Chichimecatecle dando como resultado la deserción de las tropas de Ocotelulco y Tepetícpac.[87]
Tras evaluar la nueva situación, y considerando las repetidas derrotas, el senado de Tlaxcala ordenó a Xicohténcatl Axayacatzin detener la guerra para negociar un acuerdo de paz.[87] Xicohténcatl Huehue, Maxixcatzin, Citlalpopocatzin, Hueyolotzin y algunos otros señores importantes recibieron a los españoles el 18 de septiembre de 1519. En la reunión se estableció la crucial alianza para hacer frente a los mexicas. Como muestra de paz los tlaxcaltecas regalaron mujeres a los españoles, entre las que se encontraba una hija de Xicohténcatl el viejo, quién se casó con Pedro de Alvarado y fue bautizada como María Luisa Tecuelhuatzin. Los guerreros tlaxcaltecas que combatieron como aliados a partir de ese momento, fueron Piltecuhtli, Aexoxécatl, Tecpanécatl Cahuecahua, Cocomitecuhtli, Quauhtotohua, Textlípitl y Xicohténcatl Axayacatzin. Éste último, sin embargo, nunca estuvo convencido de la alianza.[92]




Matanza de Cholula
Antes de dirigirse hacia Tenochtitlan, Cortés llegó a Cholula,[93] ciudad tributaria y aliada de los mexicas con una población de treinta mil habitantes, que tenía un arraigado culto a Quetzalcóatl.[94] Los tlaxcaltecas no eran amigos de los cholultecas y advirtieron a los españoles no confiar en ellos.[95] Una comitiva de cholultecas dirigida por los capitanes Tlaquiach y Ttalchiac, salió al encuentro del ejército de Cortés siendo recibidos y hospedados cuatrocientos españoles y cuatrocientos totonacas dentro de la ciudad, pero los dos mil tlaxcaltecas a quienes consideraban enemigos, debieron acampar en la periferia.[94] Durante dos días el trato para los recién llegados fue hospitalario; poco después, las autoridades cholultecas comenzaron a evadir a Cortés y sus capitanes,[95] ya que habían recibido en forma secreta instrucciones de Moctezuma para realizar una emboscada y aniquilar a los españoles.[96] Una anciana que pretendía convertirse en la suegra de Malintzin confió a ésta lo que se tramaba y poco después la intérprete por su parte alertó a Cortés.[94]
A la mañana siguiente el conquistador, anticipándose, capturó a los líderes cholultecas. Con una señal prevista mandó a su ejército a realizar un ataque preventivo,[97] provocando la llamada matanza de Cholula.[98] Más de cinco mil hombres murieron en menos de cinco horas bajo el acero de las espadas españolas y la furia incontrolable de sus aliados tlaxcaltecas y totonacas.[99] También se dio la orden de incendiar casas y templos.[97] A pesar de haber sido una acción preventiva, muchas de las víctimas fueron civiles cholultecas que se encontraban desarmados.[99] Pocos guerreros ofrecieron resistencia reaccionando hasta después de las dos primeras horas del sorpresivo ataque. Se sospechaba de veinte mil guerreros mexicas acampados en las inmediaciones de la ciudad para reforzar la emboscada; sin embargo, estos nunca aparecieron.[97] Tras la victoria, los españoles se apoderaron del oro y las joyas, mientras que los aliados indígenas tomaron la sal y algodón.[99] El contingente español, tlaxcalteca y totonaca permaneció en Cholula durante catorce días.[97] Los cholultecas que habían sido tributarios de los mexicas, fueron sometidos y en la derrota, terminaron aliándose a las fuerzas de Cortés.[99]
Los conquistadores continuaron su expedición hacia Huejotzingo; atravesaron entre los dos volcanes vigías del valle, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl por un paraje boscoso que hoy lleva el nombre de Paso de Cortés. Del otro lado, avistaron por primera vez el lago de Texcoco y la isla de la ciudad de México-Tenochtitlan. Cruzaron por Amaquemecan y Chalco-Atenco, donde embajadores de Moctezuma intentaron convencerlos para detener su marcha. Tras una breve estancia en Ayotzingo continuaron la marcha hacia Mixquic, Cuitláhuac (Tláhuac), Culhuacán e Iztapalapa. Al llegar a la ciudad, la población veía con asombro a los europeos y sus caballos.[100]
] Entrada y estancia en Tenochtitlan
Vista de México-Tenochtitlan desde el mercado de Tlatelolco, mural de Diego Rivera.
Moctezuma realizó muchos intentos para disuadir a Cortés de avanzar hacia Tenochtitlan. El tlatoani envió regalos, embajadores e innumerables mensajes para convencer a los españoles de no visitar la ciudad pero todo fue inútil.[101] Después de haber llegado al valle de México, el ejército compuesto por cuatrocientos españoles, cuatro mil tlaxcaltecas y dieciséis caballos entró el 8 de noviembre de 1519 a la ciudad de México-Tenochtitlan, construida en una isla del lago de Texcoco y unida a tierra por tres calzadas principales.
Encuentro de Hernán Cortés y Moctezuma
Cortés y sus hombres fueron recibidos por el huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin y un amplio séquito, entre los cuales se encontraban el tlatoani de Tlacopan Totoquihuatzin, el tlatoani de Tetzcuco Cacamatzin, Cuitláhuac, Tetlepanquetzaltzin, Itzcuauhtzin, Topantemoctzin, y algunos otros servidores.[102] Tras una breve presentación, hubo un intercambio de regalos. Cortés entregó a Moctezuma un collar de cuentas de vidrio que se llamaban margaritas y el gobernante entregó al caudillo un collar con ocho camarones de oro. Posteriormente los españoles fueron alojados en el palacio de Axayácatl, cercano al recinto sagrado de la ciudad. Moctezuma era un guerrero experimentado, pero como hombre supersticioso, continuaba con la idea de que posiblemente los extraños visitantes eran semidioses.[102] Se entrevistó de forma privada con Cortés y dio a entender, de acuerdo a diversas crónicas, la sumisión como vasallo del rey Carlos I de España.[103]
Mientras tanto en la costa, siguiendo los consejos de los conquistadores españoles, los totonacas dejaron de pagar el acostumbrado tributo a los mexicas. El calpixque Cuauhpopoca dirigió a los guerreros mexicas y comenzó el ataque contra los totonacas, pero estos fueron defendidos por la guarnición española de la Villa Rica de la Vera Cruz. Como resultado de la contienda, los españoles sufrieron siete bajas, entre ellas, Juan de Escalante quien logró incendiar la población de Nautla antes de la retirada de sus hombres pero murió más tarde a consecuencia de las heridas.[104] Las noticias pronto llegaron a Tenochtitlan; desde la costa los mexicas enviaron a Moctezuma, junto con el reporte de la batalla, la cabeza decapitada del soldado español Juan de Argüello como prueba fehaciente de que los europeos eran seres mortales y no dioses. El tlatoani, aterrado al ver la cabeza, prohibió las acciones militares y pidió mantener en secreto la noticia. De forma paralela mensajeros totonacas informaron los mismos sucesos a Cortés.[105]
El oro del quinto del rey fue fundido por los orfebres de Azcapotzalco para ser enviado a España, mural de Diego Rivera.
Durante la breve estancia, los españoles habían descubierto accidentalmente tesoros escondidos en una de las recámaras principales del suntuoso palacio de Axayácatl; pero también habían valorado el posible riesgo de una emboscada por parte de los mexicas y por tales motivos decidieron someter a Moctezuma.[106] El 14 de noviembre Cortés tomó como pretexto los acontecimientos de Nautla para arrestar al tlatoani, exigiendo también castigo para los responsables. Sorprendido, Moctezuma negó haber ordenado el ataque y mandó llamar a Cuauhpopoca, los emisarios mexicas fueron acompañados por Francisco de Aguilar, Andrés de Tapia y Gutiérrez de Valdelomar. A partir de ese momento el tlatoani fue vigilado por una escolta española. Cuando regresaron los emisarios, el tlatoani otorgó el privilegio de juicio a Cortés; el proceso fue breve y se sentenciaron a morir en la hoguera a Cuauhpopoca, a su hijo y quince principales de Nautla. Para prevenir una sublevación, Moctezuma fue entonces sometido con grilletes y se le obligó a presenciar la ejecución. El pueblo mexica, en silencio y expectante, comenzó a dudar de su máximo dirigente por la sumisión mostrada.[107]
Permanentemente custodiado, Moctezuma continuó sus actividades cotidianas. Convivió con Cortés y sus capitanes, les mostró la ciudad y los alrededores. Durante los siguientes días el conquistador pidió al tlatoani que abandonase a sus dioses y que prohibiese los sacrificios humanos. También averiguó los lugares de donde procedía el oro. Ante el asombro y disgusto de los sacerdotes mexicas, se derribaron las efigies de sus dioses, se impusieron imágenes cristianas y se celebró una misa en la cúspide del Templo Mayor.[108]
Se organizaron excursiones para inspeccionar las minas. Gonzalo de Umbría se dirigió hacia Zacatula en la región mixteca; Diego de Ordás hacia Tuxtepec y Coatzacoalcos; Andrés de Tapia y Diego Pizarro se dirigieron a la zona de Pánuco.[109] Cortés también pidió a Moctezuma solicitar oro a todos los pueblos tributarios de los mexicas. Nuevamente el tlatoani accedió con la esperanza de que a cambio de entregar esos tesoros, los europeos se retiraran de Tenochtitlan. Para facilitar su transporte y reparto, todo el oro fue fundido en barras por los orfebres de Azcapotzalco, separándose el quinto del rey.[110]
Una pequeña comitiva de españoles fue enviada en búsqueda de oro a Tetzcuco. Los guías eran Netzahualquentzin y Tetlahuehuezquititzin, ambos hermanos de Cacama. Debido a un malentendido, se sospechó de una posible traición de Netzahualquentzin, motivo por el cual fue sentenciado a morir en la horca. Cacama, exacerbado, intentó sublevarse con los señores de Coyoacán, Tlacopan, Iztapalapa, Toluca y Matalcingo,[108] pero Ixtlilxóchitl, también hermano y a la vez enemigo de Cacama, lo traicionó. Los rebeldes fueron arrestados y Cortés decidió nombrar a Coanácoch como nuevo tlatoani de Tetzcuco.[109] Días más tarde, Pedro de Alvarado torturó a Cacama para que éste entregara una mayor cantidad de oro, acción que fue denunciada por Bernardino Vázquez de Tapia durante el juicio de residencia de Alvarado.[111]
Moctezuma le insistió a Cortés que se retirase de la ciudad, pero la respuesta fue negativa. La estancia se prolongó bajo la excusa de no contar con embarcaciones, pues éstas habían sido destruidas. A pesar del malestar social de los mexicas por las acciones de los conquistadores españoles y el abyecto comportamiento del huey tlatoani, éste intentó por todos los medios evitar un levantamiento. A petición de Cortés, dirigió un discurso solemne frente a su pueblo, en el cual, llorando, se reconoció como vasallo de Carlos I y pidió rendir obediencia a los españoles. Creía en las profecías y supersticiones, pero también temía que en caso de un enfrentamiento armado su pueblo fuese masacrado.[109]
Considerando tener un relativo control sobre Tenochtitlan, Cortés envió a la región de Coatzacoalcos a Juan Velázquez de León con cien hombres con el objetivo de fundar una colonia, para de esta manera, extraer oro y vigilar la costa.[109] Rodrigo Rangel fue enviado a Chinantla, y para tranquilizar a Moctezuma, Cortés envió a la Villa Rica de la Vera Cruz, a Gonzalo de Sandoval, Martín López, Andrés Núñez, y Alfonso Yañez con órdenes oficiales de construir nuevas embarcaciones a la vista de los mexicas, pero con instrucciones secretas de realizar los trabajos de la manera más lenta posible.[112]
Una comitiva de Moctezuma, quien estaba sometido, se puso en contacto con Narváez, y pronto fueron enviados mensajes al huey tlatoani. Éste albergó nuevas esperanzas de ser liberado y mantuvo en secreto esta comunicación, pero no pudo ocultar las noticias de la llegada de las embarcaciones. Cortés designó a fray Bartolomé de Olmedo y cinco emisarios para indagar las noticias de lo que ocurría.[117] En la costa, Narváez comisionó a fray Antonio Ruiz de Guevara y al escribano Alfonso de Vergara para que notificasen a Gonzalo de Sandoval las nuevas provisiones de Diego Velázquez: se consideraba a Cortés un traidor y Narváez debía recibir el apoyo de todos los españoles. Sandoval, lejos de atender la petición, decidió apresar a los comisionados y enviarlos de inmediato a Tenochtitlan. Narváez también envió cartas a Juan Velázquez de León pensando, equivocadamente, que el pariente del gobernador de Cuba sería un aliado.[115]
Matanza del Templo Mayor
Durante la ausencia de Cortés, en Tenochtitlan se debía celebrar la ceremonia en honor del dios Huitzilopochtli. Los mexicas pidieron permiso al capitán Pedro de Alvarado, quien otorgó el permiso correspondiente para llevar a cabo la fiesta de Tóxcatl, la cual era un extenso ritual en donde se hacía una estatua de Huitzilopochtli; sacerdotes, capitanes, así como jóvenes guerreros bailaban y cantaban desarmados. Alvarado mandó cerrar las salidas, pasos y entradas al patio sagrado, la entrada de Cuauhquiyauac (Águila) en el palacio menor, la de Ácatl iyacapan (Punta de caña), la de Tezcacóac (Serpiente de espejos) y entonces comenzó la masacre. «Dieron un tajo al que estaba tañendo el tambor, le cortaron ambos brazos y luego lo decapitaron, lejos fue a caer su cabeza cercenada, otros comenzaron a matar con lanzas y espadas; corría la sangre como el agua cuando llueve, y todo el patio estaba sembrado de cabezas, brazos, tripas y cuerpos de hombres muertos».[122]
Fue una gran pérdida porque los asesinados eran los dirigentes que se habían educado en el Calmécac, los veteranos de guerra, los calpixques, los intérpretes de códices. La presencia de los extranjeros ofendía al pueblo de Tenochtitlan, pero era tanto el respeto que sentían por la figura del huey tlatoani, que nadie se había atrevido a contradecirlo.[123] La matanza del Templo Mayor provocó una enorme indignación y los mexicas se lanzaron contra el palacio de Axayácatl. Moctezuma pidió al tlacochcálcatl (jefe de armas) de Tlatelolco, Itzcuauhtzin, calmar a la población enardecida con un discurso en el que pedía a tenochcas y tlatelolcas no combatir contra los españoles. La rebelión ya no puedo ser detenida, la población ofendida por la actitud del tlatoani, gritaba «¡Ya no somos tus vasallos!». Además se encontraban irritados por el ataque alevoso a sus capitanes. Sitiaron el palacio durante más de veinte días, donde los españoles se atrincheraron llevando con ellos a Moctezuma y a otros jefes.[124]
Expulsión de los españoles de Tenochtitlan
Muerte del tlatoani Moctezuma Xocoyotzin y el tlacochcálcatl (jefe de armas) de Tlatelolco Itzquauhtzin, Códice Florentino.
Artículo principal: Noche Triste
De regreso en la ciudad y tras un enfrentamiento en Iztapalapa, Cortés pudo reunirse con sus compañeros en el palacio de Axayácatl desde el que se defendían de constantes ataques. De acuerdo a Díaz del Castillo, Cortés había llegado con más de mil trescientos soldados, noventa y siete caballos, ochenta ballesteros, ochenta escopeteros, artillería y más de dos mil tlaxcaltecas. Pedro de Alvarado había mantenido cautivo a Moctezuma, junto con algunos de sus hijos y varios sacerdotes.[125]
En un intento por traer la paz, Cortés hizo que Moctezuma subiera a uno de los muros del palacio para que hablara con su gente y los tranquilizara; sin embargo, la multitud enardecida comenzó a arrojar piedras, una de las cuales hirió a Moctezuma de gravedad durante su discurso. Moctezuma fue llevado al interior pero falleció tres días después a causa de la herida. Su cuerpo y el de Itzquauhtzin fueron llevados fuera del palacio por dos sirvientes del tlatoani.[126] La convivencia entre Cortés y Moctezuma había creado un vínculo de amistad y el tlatoani antes de morir pidió a Cortés que favoreciese a su hijo de nombre Chimalpopoca.[127] Al morir, Cortés y los capitanes que habían arraigado a Moctezuma entristecieron.[128]
El palacio quedó cercado, sin agua, ni alimentos, y el Tlahtocan (concejo) eligió como nuevo tlatoani a un primo de Moctezuma, Cuitláhuac. En esas circunstancias, Cortés se vio forzado a abandonar la ciudad. Organizó el escape ordenando cargar la mayor cantidad de oro posible. Para impedir la huida de los españoles, los mexicas habían desmontado los puentes de los canales en la ciudad, Cortés utilizó las vigas del palacio de Axaycácatl para improvisar puentes portátiles.
..«Todo lo cogieron, de todo se adueñaron, todo lo arrebataron como suyo, todo se apropiaron como si fuera su suerte. Y después que le fueron quitando a todo el oro, cuando se lo hubieron quitado, todo lo demás lo juntaron, lo acumularon en la medianía del patio, a medio patio; todo era pluma fina»..
Historia general de las cosas de la Nueva España.[129]
El 30 de junio de 1520 durante la noche, Cortés salió de Tenochtitlan. Ochenta tamemes tlaxcaltecas fueron previstos para transportar el oro y las joyas. Adelante marcharon Gonzalo de Sandoval, Antonio de Quiñones, Francisco de Acevedo, Francisco Lugo, Diego de Ordás, Andrés de Tapia, doscientos peones, veinte jinetes y cuatrocientos tlaxcaltecas. En el centro transportando el tesoro, Hernán Cortés, Alonso de Ávila, Cristóbal de Olid, Bernardino Vázquez de Tapia, la artillería, Malintzin y otras mujeres indígenas, Chimalpopoca con sus hermanas, los prisioneros mexicas y el grueso de las fuerzas españolas y aliadas. En la retaguardia Pedro de Alvarado, Juan Velázquez de León, la caballería y la mayor parte de los soldados de Narváez.[123]
Sólo consiguieron salir los primeros ya que, descubiertos y dada la voz de alarma, fueron acosados desde canoas, muriendo unos ochocientos españoles y gran número de aliados, además de perder cuarenta caballos, cañones, arcabuces, espadas, arcos y saetas de hierro, así como la mayor parte del oro. Entre las bajas se encontraron el capitán Juan Velázquez de León, quién había sido fiel a Cortés a pesar de ser pariente de Diego Velázquez de Cuéllar, Francisco de Morla, Francisco de Saucedo,[130] Cacama, dos hijas de Moctezuma y Chimalpopoca. El propio Cortés fue herido en una mano. Los supervivientes escaparon por la ruta de Tlacopan, episodio en el que el cronista López de Gómara describió el salto de Pedro de Alvarado en el puente de Toltacacalopan, mismo que fue desmentido por Díaz del Castillo. Todos los cronistas coinciden con el llanto de Cortés en la Noche Triste:
.. «Cortés a esto se paró, y aun se sentó, y no a descansar, sino a hacer duelo sobre los muertos y que vivos quedaban, y pensar y decir el baque la fortuna le daba con perder tantos amigos, tanto tesoro, tanto mando, tan grande ciudad y reino; y no solamente lloraba la desventura presente, más temía la venidera, por estar todos heridos, por no saber adónde ir, y por no tener cierta la guardia y amistad en Tlaxcala; y ¿quién no llorara viendo la muerte y estrago de aquellos que con tanto triunfo, pompa y regocijo entrado habían?»
Historia general de las Indias, Francisco López de Gómara.[131]


Batalla de Otumba
La ruta que tomaron hacia Tlaxcala fue a través de Tlalnepantla, Atizapán, Teocalhueycan, Cuautitlán, Tepotzotlán, Xóloc, Zacamolco. El 7 de julio los conquistadores fueron ferozmente atacados en la batalla de Otumba, sin embargo triunfaron al matar al cihuacoatl o principal capitán de los mexicas, pues muerto éste, los perseguidores se dispersaron y huyeron. Los españoles pasaron la noche en Apan. Debido a que el mayor número de bajas correspondía a los indios aliados, Hernán Cortés pensó que la alianza con los tlaxcaltecas había terminado tras la derrota, pero de forma contraria a sus predicciones fue recibido con benevolencia por el senado de Tlaxcala, a pesar de la oposición de Xicohténcatl. Las fuerzas españolas comenzaron a reorganizarse, aunque tardaron más de un año para regresar a tomar la plaza de Tenochtitlan.[132]
Mientras tanto en la ciudad se desató una epidemia de viruela, enfermedad desconocida en América y a consecuencia de la cual mucha gente murió en un lapso corto. Como daño colateral se presentó una hambruna, en razón del desquiciamiento de los sistemas de abastecimiento. Cuitláhuac mandó reconstruir el templo mayor, reorganizó el ejército y lo envió al valle de Tepeaca. Intentó realizar alianza con los purépechas, pero el cazonci Zuanga después de considerar la oferta, se negó a aceptarla. También fueron enviados emisarios con intenciones de sellar la paz con los tlaxcaltecas, pero éstos se negaron rotundamente. En noviembre de ese mismo año, Cuitláhuac murió de viruela al igual que el tlatoani de Tlacopan Totoquihuatzin.[133] Considerando que Cacama había muerto durante los hechos ocurridos el 30 de junio, la Triple Alianza tuvo nuevos sucesores, Coanácoch en Tetzcuco, Tetlepanquetzaltzin en Tlacopan y Cuauhtémoc (Águila que desciende), sobrino de Moctezuma Xocoyotzin, en Tenochtitlan.[132]
Cuauhtémoc había participado en el episodio de la noche triste como tlacochcálcatl (jefe de armas) y se había pronunciado en contra de la actitud pasiva de Moctezuma. Debido a que su madre era Tiacapantzin, heredera al trono de Tlatelolco, pudo reunir el apoyo de toda la ciudad. Cuando fue elegido nuevo tlatoani continuó con los trabajos de reconstrucción y fortificación la ciudad, pues suponía el regreso de los españoles, envió embajadores a todos los pueblos solicitando aliados por medio de la disminución o eliminación de tributos. Buscó por segunda ocasión la alianza con el nuevo cazonci purépecha Tangáxoan Tzíntzicha, cuyo padre Zuanga también había muerto por la viruela; la negativa del heredero fue más violenta, los emisarios de Cuauhtémoc fueron asesinados en Tzintzuntzan.[134]
Reagrupamiento de los españoles y abastecimiento de Cortés
Los sobrevivientes españoles pasaron tres días en Hueyotlipan donde fueron auxiliados por los tlaxcaltecas. Poco después Cortés y Maxixcatzin se reunieron en Tlaxcala para refrendar su alianza. Durante veinte días los conquistadores descansaron, atendieron a los heridos y se reorganizaron.
Poco antes a la última incursión a Tenochtitlan habían sido atacadas dos comitivas españolas. El primer ataque causó poco más de veinte bajas, algunos hombres de Narváez habían sido arrestados por las fuerzas de Cortés y eran conducidos al valle de México. Los prisioneros nunca llegaron a su destino pues fueron sorprendidos por guerreros mexicas en Quecholac. El segundo ataque causó cuarenta y cinco bajas españolas y doscientas bajas tlaxcaltecas cuando una excursión al mando de Juan de Alcántara fue aniquilada en Calpulalpan.[135]
Cortés decidió entonces emprender una campaña militar para castigar a la región, no sólo para recuperar el honor y el ánimo de sus hombres, sino también para cortar la vía de suministros que recibía la ciudad de Tenochtitlan desde la costa oriental. En base al discurso de Moctezuma, el caudillo español consideró que todos los mexicas y tributarios eran oficialmente vasallos de Carlos I y que cualquier acción adversa, por tal motivo, debía ser considerada como acto de rebeldía. La lectura del requerimiento fue un procedimiento habitual para justificar legalmente los actos punitivos de la nueva campaña.[136]
Los tlaxcaltecas aportaron dos mil guerreros al mando de Tianquizlatoatzin, quien guió a Cortés a las zonas de Zacatepec, Acatzingo y Tepeaca. El teuctli local se rindió el 4 de septiembre de 1520. Los prisioneros fueron esclavizados y se les marcó con hierro candente en la mejilla una «G» de «guerra».[137] Muchos guerreros tepeacas fueron sacrificados por los tlaxcaltecas sin ninguna reclamación por parte de Cortés, quien toleró en repetidas ocasiones las acciones que sus aliados llevaban a cabo a pesar de que éstas eran las mismas que tanto criticó de sus enemigos.[136]
El caudillo español fundó la villa de Segura de la Frontera y desde el nuevo emplazamiento dirigió ataques a las localidades de Quecholac, Huaquechula, Itzocan, Tecamachalco, Zapotitlán, Izúcar y Chiautla.[138] Varios pueblos de la zona, entre ellos Huejotzingo y Cuetlaxtlan, prefirieron no oponer resistencia y aceptaron la alianza con las fuerzas españolas, pero otros como Tecamachalco y Acaptelahuacan fueron casi exterminados. El 30 de octubre, en Segura de la Frontera, Cortés redactó la segunda carta de relación, en la cual describió los últimos acontecimientos sin dar gran importancia al revés de Tenochtitlan. Alonso de Mendoza y Diego de Ordás fueron los responsables de llevar la misiva, pero zarparon con destino a la península ibérica hasta marzo de 1521:
«...y por no dar cuenta de todas las particularidades que nos acaecieron en esta guerra, que sería prolijidad, no diré sino que, después de hechos los requerimientos para que viniesen a obedecer los mandamientos que de parte de vuestra majestad se les hacían acerca de la paz, no los quisieron cumplir y les hicimos la guerra y pelearon muchas veces con nosotros y con la ayuda de Dios y de la real ventura de vuestra alteza siempre les desbaratamos y matamos muchos, sin que en toda la dicha guerra me matasen ni hiriesen ni un español..en obra de veinte días hube pacíficas muchas villas y poblaciones a ella sujetas y los señores y principales de ellas han venido a ofrecerse y dar por vasallos de vuestra majestad...»
Segunda carta de relación. Hernán Cortés.[139]



Campañas militares al norte y occidente de Tenochtitlan
Guerreros Aztecas, Códice Mendoza.
.
Pedro de Alvarado fue asignado al frente de Tlacopan. Cristóbal de Olid con el apoyo de Andrés de Tapia, Francisco Verdugo y Francisco Lugo por Coyoacán. Gonzalo de Sandoval, apoyado por Luis Marín y Pedro de Ircio, por Iztapalapa. Hernán Cortés quedó al mando de los bergantines desde Texcoco.[152]
Antes de iniciar el ataque se supo que Xicohténcatl no se encontraba en su posición, probablemente por estar coordinando sus fuerzas o realizando tareas de acopio. Cortés aprovechó la ocasión para acusarlo de traición y lo sentenció a morir en la horca el 12 de mayo de 1521.[153]
Cortés siempre desconfió del capitán tlaxcalteca, quién había opuesto fuerte resistencia en las guerras confrontadas antes de ser aliados y con esta acción preventiva quiso eliminar la posibilidad de que sus más fuertes aliados se volvieran en su contra.[154]
Fuerzas iniciales para sitiar a Tenochtitlan:
30 caballos, 18 ballesteros y escopeteros, 150 peones de espada y rodela, 25,000 tlaxcaltecas.
36 caballos, 18 ballesteros y escopeteros, 160 peones de espada y rodela, 20,000 tlaxcaltecas.
24 caballos, 4 escopeteros, 13 ballesteros, 150 peones de espada y rodela, 30,000 aliados de Huejotzingo, Cholula y Chalco.
Asalto anfibio Lago de Texcoco - Hernán Cortés
13 bergantines, 325 hombres, cada bergantin con 25 españoles y una fusta, incluyendo capitán, veedor, 6 ballesteros y escopeteros.
Tercera carta de relación, Hernán Cortés.[155]
Se dio la orden de cortar los suministros de agua dulce que llegaban a México-Tenochtitlan desde Chapultepec, los mexicas trataron de impedirlo en un férreo combate que perdieron. Comenzaron las batallas, por las aguas del lago de Texcoco, por las calzadas y los puentes en una forma coordinada. Sandoval cubrió también el área de Tepeyac. Al principio las bajas por ambos bandos eran semejantes, tanto atacantes como defensores tenían organizadas sus acciones. La estrategia de los conquistadores era destruir los puentes y albarradas de comunicación a la isla de México-Tenochtitlan y con los bergantines provocar incendios en las poblaciones, de tal suerte que no hubiera forma de abastecer comida y agua a los sitiados. La estrategia de los mexicas fue reconstruir y defender el paso de los puentes y albarradas, de vez en cuando enviaron escuadrones para contraatacar a los cuarteles de los conquistadores. Contrario a las costumbres de los mexicas, quienes usualmente no combatían durante la noche, las confrontaciones se llevaron a cabo a toda hora.[154]
Díaz del Castillo relató en su crónica que «cada día existían tantos combates (no siempre victorias) que si los hubiera relatado todos parecería un libro de Amadís o de Caballerías. Fueron noventa y tres días de sitio...» La falta de agua y alimento surtió efecto...«digo que en tres días con sus noches, en todas tres calzadas, llenas de hombres y mujeres y criaturas, no dejaron de salir y tan flacos y amarillos y sucios y hediondos, que era lástima de verlos...».[156]
Por otra parte López de Gómara relató en su crónica que al final del sitio «los mexicas solo se alimentaban de raíces, bebían agua salobre de la laguna, dormían entre los muertos y estaban en perpetua hedentina, jamás quisieron la paz».[157]
Caída de Tenochtitlan
Artículo principal: Caída de México-Tenochtitlan
La última ofensiva externa de las fuerzas leales a los mexicas provenía de los malinalcas, matlatzincas y cohuixcas. Cortés envió fuerzas a cargo de Andrés de Tapia y Gonzalo de Sandoval para detener su avance.[158]
Los conquistadores españoles pensaron que los mexicas estaban totalmente debilitados y realizaron una incursión general a la ciudad. En una escaramuza Cortés fue capturado, pero fue valientemente rescatado por Cristóbal de Guzmán, quien por salvar la vida de Cortés cayó prisionero en manos de los mexicas. En franca retirada, algunos otros españoles fueron hechos prisioneros.[159]
De acuerdo con las costumbres de guerra de los mexicas, los prisioneros fueron sacrificados a sus dioses en lo alto de sus templos. Impotentes, sus conmilitones pudieron observar los hechos a lo lejos, reconociéndolos por la blancura de su piel. Sin embargo el hecho dio ánimo a Pedro de Alvarado, quien, en su afán de venganza, se colocó a la vanguardia para el asalto final.
«Digamos ahora lo que los mexicanos hacían de noche en sus grandes y altos cués, y es que tañían el maldito tambor, que digo otra vez que era el maldito sonido y más triste que se podía inventar, y sonaba en lejanas tierras, y tañían otros peores instrumentos y cosas diabólicas, y tenían grandes lumbres y daban grandísimos gritos y silbos; y en aquel instante estaban sacrificando a nuestros compañeros de los que habían tomado a Cortés, que supimos que diez días arreo acabaron de sacrificar a todos nuestros soldados y al postrero dejaron a Cristóbal de Guzmán...».
Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Díaz del Castillo.[160]
Los prisioneros españoles y tlaxcaltecas fueron sacrificados de acuerdo a los rituales religiosos, Códice Florentino.
Al final del sitio, que duró tres meses, Pedro de Alvarado tomó la plaza de Tlatelolco. Los tenochcas que aún quedaban confrontaron las últimas batallas y fue entonces cuando los conquistadores pudieron observar, horrorizados, que los mexicas no solo habían sacrificado a los prisioneros: además de extirparles el corazón, habían arrancado la piel de los españoles caídos para adornar sus templos u ofrendarla a su dios Xipe Tótec.
En la refriega murieron algunos de los últimos señores y jefes mexicas. Los capitanes más destacados en la defensa del sitio por parte de los tlatelolcas fueron Coyohuehuetzin y Temilotzin, y por parte de los tenochcas Tlacutzin y Motelchiuhtzin. Cuauhtémoc se reunió en Tolmayecan con sus capitanes, intendentes y principales para deliberar la inminente rendición.[161]
El 13 de agosto de 1521 Cuauhtémoc salió de Tenochtitlan en una canoa, probablemente con la intención de negociar la rendición, pero fue avistado y capturado por el capitán García Holguín, mientras la ciudad caía en manos de los españoles y de sus aliados.[162] Cuando Cuauhtémoc estuvo en presencia de Cortés, señaló el puñal que el conquistador llevaba al cinto y le pidió que lo matara, pues no habiendo sido capaz de defender su ciudad y a sus vasallos, prefería morir a manos del invasor. Este hecho fue descrito por el propio Hernán Cortés en su tercera carta de relación a Carlos I de España:
«llegóse a mi y díjome en su lengua que ya él había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse a sí y a los suyos hasta venir a aquel estado, que ahora hiciese de él lo que yo quisiese; y puso la mano en un puñal que yo tenía, diciéndome que le diese de puñaladas y le matase...»
De acuerdo a las estimaciones de Hernán Cortés, los conquistadores españoles, junto con sus aliados tlaxcaltecas, texcocanos, huejotzincas, chalcas, cholultecas y demás coaligados mataron a más de cuarenta mil mexicas durante las últimas jornadas. López de Gómara describió en su obra que «el cerco duró tres meses, tuvo en él doscientos mil hombres, novecientos españoles, ochenta caballos, diecisiete tiros de artillería, trece bergantines y seis mil barcas. Murieron cincuenta españoles y seis caballos y no muchos indios. Murieron de los enemigos cien mil, sin contar los que mató el hambre y la pestilencia».[164]
Para celebrar el acontecimiento, los castellanos se reunieron en el palacio del señor de Coyoacán Coapopocatizin, pues en Tenochtitlan el hedor era insoportable. Organizaron un banquete con vino, carne de cerdo, carne de pavo y tortillas maíz en abundancia. Al día siguiente celebraron misa y se cantó un tedeum.[165]
Restauración de la ciudad y tormento de Cuauhtémoc
Tortura de Cuauhtémoc, pintura oscurantista del siglo XIX.
A Cortés no le interesaba en ese momento la muerte de Cuauhtémoc. Prefirió utilizar ante los mexicas su reconocimiento como tlatoani, aunque en realidad ya era súbdito del emperador Carlos V y del propio Cortés. Así lo hizo con éxito, aprovechando la iniciativa y el poder de Cuauhtémoc a quién le restituyó el status de noble mexica, respetado y bien tratado pero cautivo, para usar su prestigio y autoridad a fin de gobernar a los vencidos, asegurando la colaboración de los mexicas en los trabajos de limpieza y restauración de la ciudad. Lo primero que ordenó fue restablecer el suministro de agua potable a la ciudad. La reconstrucción de Tenochtitlan se realizó al estilo renacentista europeo para convertirla más tarde con el nombre de México, en la capital de la Nueva España, que fue el primer virreinato de las Indias.[166]
La codicia por el oro no se hizo esperar y no conforme con trescientos ochenta mil pesos oro ya fundido en barras de acuerdo a la crónica de Díaz del Castillo, o ciento treinta mil castellanos según la crónica de López de Gómara; el tesorero Julián de Alderete exigió el tormento de Cuauhtémoc, para que éste confesase donde se escondía el resto del tesoro de Moctezuma Xocoyotzin. Fue entonces cuando a Tetlepanquetzaltzin y Cuauhtémoc les untaron los pies de aceite acercándoselos al fuego. Aquél se quejó con Cuauhtémoc del martirio y éste le respondió: «¿Acaso estoy yo en algún deleite o baño?». Años más tarde en España, recayó en Hernán Cortés la culpabilidad de permitir el martirio.[167]
Se hizo entonces el recuento de los tesoros y se separó el quinto real, el cual incluía oro, perlas, plata, tarros, platos, ídolos de oro así como figuras de peces y pájaros, ropas lujosas de sacerdotes, plumas exóticas, animales vivos como aves, jaguares, y esclavos. Alonso de Ávila y Antonio de Quiñónez fueron los que llevaron este cargamento en tres carabelas, pero fueron asaltados por corsarios franceses comandados por Jean Fleury cerca de las islas Azores.[168] Todo el quinto del rey fue robado y los españoles fueron hechos prisioneros. Ávila fue puesto en libertad dos años más tarde.[169]
Entre los conquistadores se realizó la repartición de oro. Descontando el pago a la corona, el porcentaje de Cortés, los gastos de expedición y los altos pagos de algunos capitanes, la suma a repartir entre la tropa sólo alcanzó los setenta pesos. La cantidad era ridícula, pues en ese tiempo una espada tenía un costo de cincuenta pesos.[170] Para conseguir nuevos tesoros y subir el ánimo de los hombres, Cortés organizó de inmediato nuevas expediciones. De esta forma evitó una rebelión.[171]
El caudillo español solicitó el envío de frailes o sacerdotes evangelizadores. Mientras tanto se estableció en Coyoacán a donde llegó su mujer, Catalina Juárez «la Marcaida», quien falleció al poco tiempo.[172] Cuando en 1522 se recibió en la Nueva España la autorización correspondiente por parte del rey, Hernán Cortés comenzó la asignación de tierras a los soldados y capitanes participantes de las campañas, usando el régimen de encomiendas.[173]
La Nueva España
Artículo principal: Virreinato de la Nueva España
Territorio del Virreinato de la Nueva España en su máxima expansión.
El 11 de octubre de 1522 se nombró oficialmente a Hernán Cortés como «adelantado, repartidor de indios, capitán general y gobernador de la Nueva España». Cortés quedó obligado a reembolsar los gastos erogados por Diego Velázquez.
Los primeros frailes que viajaron a Nueva España en 1523 fueron Juan de Aora, Juan de Tecto, y Pedro de Gante. En mayo de 1524 llegaron a San Juan de Ulúa los franciscanos Martín de Valencia, Toribio de Benavente «Motolinía», Francisco de Soto, Martín de Jesús, Juan Suárez, Antonio de Ciudad Rodrigo, García de Cisneros, Luis de Fuensalida, Juan de Ribas, Francisco Ximénez, Andrés de Córdoba y Juan de Palos, conocidos como los doce apóstoles. En 1528 Juan de Zumárraga fue nombrado primer obispo de la Nueva España.
Detalle de la costa americana en el mapa del cartógrafo portugués Diego Ribeiro de 1529.
Debido en parte a ausencias frecuentes de Cortés y también a permanentes intrigas, Alfonso de Aragón y de Estrada, Rodrigo de Albornoz y Alonso de Zuazo sustituyeron a Cortés en varias ocasiones entre 1526 y 1528. Debido a las mismas intrigas y con el objeto de restar poder a Hernán Cortés, el 13 de diciembre de 1527 se confió el gobierno a la primera Real Audiencia de México, presidida por Beltrán Nuño de Guzmán y cuatro oidores, la cual entró en funciones los primeros días de 1528. Ese mismo año, Carlos I de España también nombró a Nuño de Guzmán como gobernador de la provincia de Pánuco y como capitán general de la Nueva España en 1529. El nuevo gobernador se comportó como un acérrimo enemigo de Cortés, llegando al punto de arrestar a Pedro de Alvarado sólo porque éste hablaba bien del conquistador.
En 1529 Carlos I ordenó a Cortés regresar a España recibiéndole en Toledo. El rey ya no le devolvió el cargo de gobernador de Nueva España, pero le nombró «marqués del Valle de Oaxaca», con veintidós villas y veintitrés mil vasallos.[223] Después de esto Cortés volvió a casarse, esta vez con Juana de Zúñiga, hija del conde de Aguilar y sobrina del duque de Béjar y en 1530 regresó a México con el encargo de organizar expediciones al Pacífico sur.[224]
Nuño de Guzmán comenzó una campaña cruenta, sitiando poblados, arrasando cultivos, torturando y ejecutando a los jefes de las poblaciones. Quebrantó la paz con el cazonci purépecha Tangáxoan Tzíntzicha a quién asesinó. Su pueblo se sublevó y fue sometido. Nuño de Guzmán continuó su campaña por los actuales territorios de los estados de Nayarit, Jalisco, Colima, Aguascalientes y partes de Sinaloa, Zacatecas y San Luis Potosí, fundando el reino de Nueva Galicia. Fueron siete años hasta que las quejas hicieron que la Corona española lo enjuiciara y mandara regresar preso y con grilletes a España.
El 17 de abril de 1535 se creó el Virreinato de Nueva España y Antonio de Mendoza fue nombrado virrey, gobernador, capitán general y presidente de la Real Audiencia de México. Durante su período los viajes de exploración fueron apoyados. Hernán Cortés realizó las expediciones a la península de Baja California; en 1540, Francisco Vázquez de Coronado encabezó una expedición a los actuales territorios del noroeste de México y suroeste de Estados Unidos, en 1542 Juan Rodríguez Cabrillo realizó una expedición a las costas de las actuales ciudades de Los Ángeles y San Diego en California. Había concluido la conquista. Empezaba la época colonial propiamente dicha.
Los territorios que vendrían después
Las misiones jesuitas se establecieron a finales del siglo XVII, y los franciscanos y dominicos en el siglo XVIII.
Fue así, con lo que ha denominado la Conquista de México, como se forjó a partir de la expedición de Francisco Hernández de Córdoba, descubridor de Yucatán en 1517, la expedición de Juan de Grijalva en 1518 y hasta las campañas militares de Hernán Cortés y sus capitanes de 1519 a 1525 el territorio de lo que sería la Nueva España. Faltaban algunos territorios por agregarse al creciente dominio español en América del Norte y lo que se conoce hoy como México:


Baja California
Entre 1532 y 1539 se iniciaron los viajes al Golfo de California en expediciones organizadas por Hernán Cortés sin lograr éxito alguno en la colonización de la península de Baja California.[225] Pasaron alrededor de 150 años hasta que hacia finales del siglo XVII, las Misiones jesuíticas en la península de Baja California comenzaron a establecerse y a realizar tareas de evangelización de los pericúes, guaycuras y cochimíes. Sin embargo, aun a principios del siglo XVIII, las misiones fueron el blanco de ataque de los nativos que habían sido hostigados por los soldados y colonizadores en el episodio conocido como «rebelión de los Pericúes».
[editar] Nueva Galicia
Véanse también: Nueva Galicia y Guerra del Mixtón
Muerte de Pedro de Alvarado en la Guerra del Mixtón, Códice Telleriano-Remensis.
En el occidente Nuño de Guzmán condujo cruentas campañas contra los purépechas, pames, guamares, zacatecos y guachichiles, logrando establecer el reino de Nueva Galicia en 1531. La posición fue de gran importancia estratégica para continuar la conquista hacia el noroeste, pero los pueblos indígenas se rebelaron en 1541 en el episodio conocido como «Guerra del Mixtón». Los caxcanes, nayeríes (coras) y wixaritas (huicholes) se sublevaron y vencieron de manera contundente a Cristóbal de Oñate. El virrey solicitó ayuda al experimentado conquistador y capitán Pedro de Alvarado, quién en esa época era gobernador, capitán general y adelantado de Guatemala. Alvarado (que era apodado por los nativos «Tonatiuh» o Dios del sol debido a su cabello rubio) acudió a la zona para enfrentar a 15,000 caxcanes dirigidos por Tenamaxtle, pero murió el 12 de junio de 1541 siendo accidentalmente arrollado por un caballo de un jinete español inexperto en Nochistlán. La rebelión fue sometida hasta 1542.[226]




Yucatán
División de jurisdicciones mayas en el siglo XVI según Ralph Roys.
La Conquista de Yucatán llevada a cabo por parte de Francisco de Montejo con ayuda de Alonso de Ávila, ambos experimentados ex capitanes de Cortés, comenzó en 1527. Fue ésta también una tarea harto difícil. La primera campaña realizada por el oriente de la península entre 1527 y 1529, así como la segunda campaña, realizada por el occidente de la península entre 1530 y 1535, fueron repelidas por las tribus mayas, quienes en forma organizada atacaron las posiciones españolas en la ciudad real de Chichén Itzá.
Francisco de Montejo, quién había logrado el título de «adelantado» para la península de Yucatán, también tenía interés en las gobernaciones de Guatemala, Chiapas y Tabasco, lo cual distrajo su atención durante cinco años, por lo que suspendió las actividades de conquista entre 1535 y 1540.
Fueron Francisco de Montejo y León «el Mozo» y Francisco de Montejo, «el Sobrino» quienes lograron someter poco a poco a cada una de las tribus mayas en cada jurisdicción (Kuchkabal) de los ah Canul, tutul xiúes, cocomes, cheles, cupules, y otras en una tercer campaña que inició en 1540 y terminó en 1546.
Francisco de Montejo se reunió con su hijo y sobrino en San Francisco de Campeche en 1546 para ejercer su gobernación, pero una nueva rebelión de las tribus mayas estalló coordinadamente en la región, por lo que los Montejo tuvieron que realizar una labor de reconquista en toda la zona oriental de la península durante un año más, logrando su objetivo en 1547.
No fue sino hasta 1697, cuando Martín de Ursúa pudo someter a las tribus mayas de los itzáes y los ko´woj (couohes) en el lago Petén Itzá a donde se habían retraído.[227]








Nueva Vizcaya y Nuevo México
Las excursiones de Hernando de Soto y de Francisco Vázquez de Coronado hacia el norte del río Bravo entre 1539 y 1542 fueron un gran avance en la exploración del actual territorio sur de los Estados Unidos, pero no obtuvieron el éxito deseado para colonizarlo.[228]
Fue hasta la realización de las expediciones de Francisco de Ibarra, entre 1562 y 1565, cuando se sometió a los cáhitas, acaxees, totorames, pacaxes y xiximes, que eran los habitantes del actual estado de Sinaloa. Con ello se logró fundar las villas de San Juan Bautista de Carapoa y San Sebastián (Concordia) para explotar las minas de plata de Copala, Pánuco, Maloya y San Marcial, estableciéndose los primeros límites territoriales de Nueva Vizcaya.[229]
En 1595 el rey Felipe II autorizó la colonización de los territorios ubicados al norte del río Bravo. En 1598, Juan de Oñate cruzó el paso del norte, donde hoy se encuentran las ciudades de El Paso y Ciudad Juárez, para dirigirse a los territorios de los actuales estados de Nuevo México y Texas comenzando de esta manera la colonización y sometimiento de algunos pueblos originarios como los zuñi, hopi, wichita y los acoma.
Al no encontrar las riquezas buscadas avanzó hasta los territorios actuales de Arizona, Kansas, Oklahoma y golfo de California, logrando encontrar algunas minas de plata. Fue acusado de castigar con fuerza excesiva a los acoma, por lo que en 1613 se le desterró a perpetuidad del territorio de Nuevo México. Las minas de plata descubiertas no fueron tan atractivas como se esperaba y los primeros colonos fueron abandonando el lugar paulatinamente, pero con la fundación de Santa Fe se logró ampliar «el camino real de tierra adentro».[230]
Nuevo Reino de León
Hacia la zona noreste de los territorios actuales de Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León, diferentes tribus nómadas de cazadores-recolectores habitaban la región. Entre ellos los azalapas, guachichiles, coahuiltecas y borrados, pero los colonizadores los identificaron de acuerdo a diferentes características físicas, tatuajes y modo de comportamiento hasta en 250 tribus. Algunos de los nombres asignados fueron: los amapoalas, ayancuaras, bozalos o negritos, cuanaales, catujanes o catujanos, gualagüises, gualeguas y gualiches.
Alberto del Canto exploró la región y fundó la Villa de Santiago de Saltillo en 1577. Poco después encontró un valle en donde estableció la villa de Santa Lucía, la cual fue considerada como la primera fundación de la actual ciudad de Monterrey. En 1579 el rey Felipe II autorizó a Luis de Carvajal y de la Cueva realizar la conquista, pacificación y colonización de lo que se llamaría el Nuevo Reino de León. En 1582, en las inmediaciones de Santa Lucía, fundó la villa de San Luis Rey de Francia hecho que se consideró como la segunda fundación de Monterrey. Sus tenientes fueron Felipe Núñez para la zona de Pánuco, Gaspar Castaño de Sosa para el noreste, y Diego de Montemayor en el centro.
Carvajal fundó la villa de León, la villa de San Luis y la villa de la Cueva, pero en 1588 las localidades fueron atacadas por los nativos. En 1588 Diego de Montemayor fue nombrado lugarteniente y gobernador de Coahuila y en 1596 fundó la ciudad de Nuestra Señora de Monterrey. A finales del siglo XVII un grupo de tlaxcaltecas fue llevado para pacificar a los nativos de la región así como para enseñarles la agricultura; no obstante, los ataques a las ciudades eran constantes y causaron problemas a los colonizadores hasta principios del siglo XVIII, al grado que la producción minera y algunas de las ciudades fueron abandonadas.[231]
Más avanzado el período colonial de la Nueva España, el Nuevo Reino de León se dividió en tres regiones: la colonia de Nuevo Santander, que corresponde en gran medida al actual estado de Tamaulipas; el propio Nuevo Reino de León, que corresponde prácticamente al actual estado de Nuevo León y Nueva Extremadura, que es el actual estado de Coahuila.[232]
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